El 2 de marzo pasado La Nación publicó una nota dedicada a Alberto Gerchunoff, firmada por José Claudio Escribano. El autor de los Gauchos Judíos había fallecido en 1950.
Veinticinco años después, comenzaba en Tucumán el Operativo Independencia, Escribano era un periodista reconocido y tenía a su cargo el Panorama Nacional de La Gaceta, el periódico de aquella provincia. En el marco de aquel operativo (preámbulo de la dictadura), un nieto de Alberto Gerchunoff -Máximo Jaroslavsky, mi padre- fue secuestrado por un grupo militar y hoy continúa desaparecido.
Finalmente, en marzo del '76, las Fuerzas Armadas tomaron el poder y un amplio sector del periodismo hizo la venia. Tres días después del golpe, bajo el título "Una nueva etapa" -en su Panorama Nacional- Escribano sostenía que "un proceso político que estaba muerto desde hacía muchas semanas recibió sepultura formal en la madrugada del miércoles. No ha caído un gobierno; ha caído un telón espeso sobre la época trágica de la vida argentina. Es, por lo tanto ésta, la hora de una reconstrucción que debe comenzar desde los cimientos, pues no es un gobierno lo que falló sino todo un sistema aplicado a la concepción de conducir el Estado".
Las Fuerzas Armadas ejecutaban a los detenidos sin juicio alguno mientras Escribano afirmaba que "en su convocatoria sin otras exclusiones que la de los delincuentes en cualquiera de sus variantes posibles, las Fuerzas Armadas han puesto en vigencia un nuevo proceso de unidad nacional. El objetivo explícito es la reorganización del Estado, pero en la amplitud de la convocatoria subyace otra vez la idea de unidad nacional". "Se ha despolitizado la vida pública del país, en la acepción partidista del término, pero sin agravios". (La Gaceta, 11/4/76)
En 1978 al referirse a la propuesta política del Ejército "para la unión" de los argentinos, José Claudio Escribano sostenía que uno de sus puntos más sensatos era aquel que afirmaba "la necesidad de que en el futuro haya pocas y vigorosas corrientes de opinión". En pleno Terrorismo de Estado denunciaba que "el fraccionamiento de los partidos políticos y la creación de otros nuevos sin ton ni son ha producido muchos daños". (La Gaceta, 15/4/78) Escribano llegó a La Nación seis años después de la muerte de Gerchunoff.
En su nota comenta que todos los días tiene a la vista un retrato de "Gerch", y asevera que, salvo el subdirector del diario al que le tocó suceder, "nadie dejó, al menos para nuestra generación, huellas tan reveladoras de una personalidad desbordante, de un periodista tan asombrosamente dotado para el oficio elegido". Gerchunoff había combatido al fascismo dejando allí también "huellas reveladoras"; huellas que Escribano parece no haber encontrado.
Prologo de “La nueva Argentina judía”
Edna Aizenberg. Profesor Emerito del Marymount Manhattan College
“... La pompa que rodea su égloga agrícola ha eclipsado el resto de su extensa e importante labor periodística y narrativa durante los siguientes cuarenta años, hasta su muerte a principios de 1950.
En las páginas que siguen me gustaría hablar sobre el otro Gerchunoff, el silenciado, aunque de ninguna manera silencioso, el orador y luchador, el autor comprometido y combativo que no eludió la responsabilidad ética en un período que requirió la toma de posiciones: los años del nazismo, la Segunda Guerra Mundial y la Shoah.
Necesitamos conocer a este otro Gerchunoff que luchó y escribió contra Hitler y sus seguidores nazis locales en Argentina, y que fue uno de los primeros autores en informar y comentar sobre la Shoah, desde las primeras medidas antisemitas tomadas contra los judíos hasta los horrores de los campos de concentración y su tardía 'liberación' ... "
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